Es difícil establecer reglas estrictas sobre el tema de con cuánta frecuencia se debe orar por una misma situación. He oído a algunos decir: "Ore repetidamente hasta que reciba la respuesta". He oído decir a otros: "Si usted ora más de una vez por una cosa, es porque cree que no la obtuvo la primera vez".
Yo no creo que podamos hacer reglas estrictas sobre la oración, pero pienso que hay algunas pautas que podemos aplicar y que nos ayudarán a tener mayor confianza en el poder de la oración.
Si mis hijos me dicen que sus zapatos están gastados y necesitan otros nuevos, es probable que les responda: "Está bien, se los compraré tan pronto como pueda".
Lo que querría de mis hijos es su confianza. Querría que ellos confiaran en que voy a hacer lo que me pidieron que haga. No me importaría, y estaría bien, que ellos ocasionalmente me dijeran: "Papá, estoy esperando esos nuevos zapatos" o "Papá, estoy entusiasmado con los nuevos zapatos, y me alegrará mucho tenerlos y poder ponérmelos". Ambas expresiones declararían que ellos creen que haré lo que les he prometido. Me estarían recordando mi promesa, pero sin cuestionar mi integridad.
Yo creo que, algunas veces, pedir a Dios repetidamente la misma cosa es un signo de duda e incredulidad, no de fe y persistencia.
Cuando le he pedido algo al Señor, y luego eso vuelve a venir a mi mente o a mi corazón, vuelvo a hablar con Él al respecto. Pero cuando lo hago, trato de evitar pedírselo como si pensara que Él no me oyó la primera vez. Creo que honramos a Dios cuando le demostramos fe y persistencia, dándole gracias por habernos escuchado y por respondernos.
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