Y una vez hay un camino trazado es natural pensar que subiré a un vehículo y manejaré de forma muy fácil, guiado por mi mapa mental y a la velocidad que quiero hasta llegar a mi meta, entendiendo claro, que en el camino podrán haber obstáculos.
No existiría ningún problema con mis mapas mentales, si no fuera porque a veces las cosas no suceden como las imaginé y la ruta trazada hacia la meta queda sin poder ser recorrida.
Estoy aprendiendo que aunque el barco con el cual pensé llegar a la meta se este hundiendo o de pronto, el mapa parezca estar equivocado, eso no quiere decir que no llegaré al destino, pues solo entiendo que el camino no es mío y que no soy yo quien va conduciendo, que es Dios quien esta dirigiendo mi vida y además, me hace entender que seguramente existe un mejor camino, y que Dios tiene una mejor vista panorámica que yo. No negaré que existe un gran dolor al ver que mi barco se quema, y que las cosas no siempre serán a mi manera. Pero estos dolores moldean mi corazón y sigo hacia mi destino, esos obstáculos son como maestros del corazón que no me dejarán continuar hasta que la lección sea aprendida.
Entonces creo que debo romper mi mapa, quemar mis barcos, quitar mis atajos, dar un paso a la vez, y tomar el camino que Dios tiene para mi y sobre todas las cosas confiar en Él.
Así que romper mi mapa amplía mi mente y me muestra un camino al destino que jamás pensé recorrer, ese que nunca vi.
Así que si las cosas no te salieron como esperabas, si piensas que tus esfuerzos no dieron fruto, confía en Aquel que puede hacer mejores caminos. Sube al asiento del copiloto y mientras viajas, disfruta el camino.
8 Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. 9 Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos.
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